miércoles, 13 de octubre de 2010

La fiesta de China. Entrevista a China Zorrilla por Carmela Cabezudo

La talentosa niña eterna
La fiesta de China
Por Carmela Cabezudo

Sencilla, cálida y humilde al punto de olvidar su talento y trayectoria. La zorrilla abre las puertas de su niñez donde se gestó la simiente de una verdadera referente del arte.

En frente la gran actriz, hija y nieta de próceres del arte aunque también China Zorrilla, la niña, la del Prado. Al conocerla no resulta extraño que la distingan aparte de por su talento y trayectoria, por su humildad y sencillez.
Sonríe mientras señala un cuadro en la pared de su living. Allí se ve L´Arc de Triumph y una nena con una cuna. “Esa foto me la mandó mamá, es de París, cuando la ví pensé: parece un cuadro. Yo voy dentro de la cuna, no tenía un año todavía, la que me llevaba era mi hermana Umita”, explica China.
Además del cuadro, tiene un baúl repleto de cartas, su tapa es una foto de la casa en París, donde vivió hasta los 5 años junto a su padre, su madre y sus hermanas; la mesa de luz también esta forrada de fotos junto a su familia; la del comedor esta empapelada por una imagen de la casa del Prado en Montevideo, un recuerdo de su niñez que se prohíbe olvidar. "Era la casa de mis abuelos maternos, vivía ahí con mi familia, era un palacio que nunca tuvo llave, según mi tío Enrique era absurdo ponerle ya que adentro estábamos todos fundidos” y refiriéndose a las fotos hechas muebles agrega: “Son mis recuerdos vivos, era tan chica, si no tuviera esto no me acordaría de nada."
Dentro de la casa de la niña China pasaban cosas que para sus amiguitas resultaban escandalosas pero naturales dentro de una familia de artistas. “Éramos atipicos, mi papá era escultor empezando por eso, entonces en mi casa era común ver estatuas de personas desnudas. Cuando venían mis compañeritas del colegio de monjas se horrorizaban. Yo les contaba que hombres y mujeres posaban desnudos para mi papá, para que a él le salieran tan igualitas las estatuas a las personas.”
Admite que su familia materna nunca aceptó que ella fuera actriz, solo la línea paterna, en especial su abuelo el poeta uruguayo Juan Zorrilla de San Martín, su principal admirador: “Mi abuelo era mi ídolo, fue el mejor poeta de Uruguay, a él le encantaba que yo quisiera ser actriz, me hacía recitar sus poesías. La familia de mi mamá no querían que me dedicara al teatro, de hecho nunca fueron a verme. Es que hace 70 años, las niñas de la ciudad que iban al teatro ya eran raras pero de las que actuaban, ni te cuento lo que decían.”
El prejuicio no ocupaba lugar en su vida y aunque significara ir contra la corriente ella siempre supo que quería ser actriz. Cada festejo familiar era una oportunidad para demostrar su talento y algo que para su familia materna, ya no tendría remedio. “Cada cumpleaños hacía la fiesta de China era un sketch donde imitaba a mis familiares. A pesar de todo me alegro de haber vivido esa época, en mi casa había mucho humor."
A esta altura, la mesa del comedor es un caos de cartas y fotos en blanco y negro. Su sobrina Marta la reta: “No armes despiole” y agrega: “Que viva, total después los tengo que juntar yo” a lo que la niña China contesta entre risas: “¡Que hincha pelotas!”.