viernes, 17 de septiembre de 2010

Eco Aldea Velatropa. Por Carmela Cabezudo

Una vuelta por el país de nunca jamás

Los habitantes del gran espacio natural, escondido en lo que planeaba ser el pabellón cinco del complejo universitario de la UBA, viven fundados sobre las bases de la permacultura, es decir, el  reciclaje constante de las cosas y el absoluto desapego a lo material.

Dentro de la ciudad pero lejos de lo que ese concepto implica, en lo que alguna vez planeó ser el pabellón número cinco de ciudad universitaria, se esconde la eco aldea Velatropa. Una suerte de país de nunca jamás donde habitan los niños perdidos. Ellos son jóvenes estudiantes y militantes del anti consumo. No viven ahí porque no tienen donde, sino porque así lo eligen cada día.
Adentrándose en una especie de meseta, esquivando árboles y botellas de plástico comprimidas con papel y otros plásticos, a lo lejos se ven pequeñas chozas de barro, con ventanas de vitraux hechas con varios vidrios de colores unidos con lodo.
Cuando llega alguien desconocido, se apresuran los abrazos de los habitantes de Velatropa. Serán diez jóvenes, algunos están hace tiempo y otros de paso. Ninguno sabe cuanto hace que esta allí ni cuanto se va a quedar, así como tampoco conocen los apellidos de sus compañeros, solo se conocen por sus apodos, “como te llaman sos”, dice Fede, “y es lo único que nos interesa saber” agrega. Fede, Gaby y Polly viven en la choza a la que denominan la nave espacial. Esta forrada con envases de tetrabrik. Como los demás habitantes, los chicos perdieron la noción del tiempo y no saben exactamente cuanto hace que viven en Velatropa. Fede y Gaby son de San Isidro, pero se conocieron en la eco aldea, Polly es de Palermo. “Mi viejo no opina, a mi vieja le copa y mi hermana es otro palo, ella esta contenta y cómoda en el capitalismo. Mi mamá vino un par de veces y nos enseño a cocinar las verduras, ella es vegetariana igual que todos acá, creo que si no fuese por mi viejo se quedaría un par de días”, cuenta Fede. “De todas formas el tema si les copa o no, no nos interesa mucho. Nosotros lo elegimos, cualquiera de nosotros si se quiere ir a pegar una ducha caliente, mirar una peli o dormir en una cama calentita, lo puede hacer. Pero teniendo todo eso, nosotros elegimos esto, es lo que mas le cuesta entender a los padres”, agrega Gaby. “Totalmente” asiente Polly y explica: “Ese también es el filtro de la convivencia acá, no nos gusta decirle que no a nadie. Pero acá no vive el tipo que no tiene casa, sino el que elige vivir acá y en esta cultura.”
Así como no existen los apellidos tampoco existen las palabras: mío y basura. Son palabras que ellos han decidido eliminar de su vocabulario y de allí sale su filosofía de vida.
Todas las cosas sirven para una sola cosa, y una sola cosa sirve para todo. En eso se basa la permacultura y la vida en Velatropa donde la comida es de todos, la ropa es de todos y el espacio también. Esas botellas llenas de papel y plásticos comprimidos, funcionan como perfectos ladrillos que sostienen las casas de barro, que es más sólido que el habitual, según los hacedores, porque contiene mayores minerales. “En ese fango que armamos hay mucha cáscara triturada, y eso lo hace mas sólido. Nuestras casitas se bancan todo, lluvias torrenciales, granizo, nieve, etc”, cuenta Gaby.
La filosofía de la permacultura implica el reciclaje constate de las cosas, para que jamás se convierta en lo que no puede existir en Velatropa, basura. Absolutamente todo se recicla, un montón de bolsas pueden servir como un tapado de crochet, las botellas como ladrillos, las cáscaras como cemento, las zapatillas rotas como macetas y así sucesivamente. Especialmente las botellas de plástico representan uno de los materiales más útiles de Velatropa. Fede revela el secreto de porque tantas botellas desparramadas por todos lados: “Hace un tiempo vino un sueco y nos enseño a hacer una barca, todavía le falta. Nos explicó que una botella de plástico repleta de aire soporta un kilo. Ya tenemos mil, cuando este lista vamos a salir a navegar por el Río de la Plata”.
           Velatropa funciona en círculo, lo que mas se valora es el conocimiento. Se reciben pasantes en cada área. Los pasantes se les llaman a las personas dispuestas a intercambiar tiempo, energía y conocimiento para el crecimiento de la comunidad y la aldea. Por el momento las áreas se dividen en: construcción, alimentación natural y cocina, huertas, tecnologías alternativas, arte, sanación y reciclaje. Pero no se limitan a ellas, todos los días pueden surgir áreas nuevas.
El frío se siente, así como el calor, los mosquitos y demás. Pero nunca se enferman, “vinieron a examinarnos” se ríe Polly, “es que nunca nos enfermamos”. Allí solo se consumen verduras y frutas orgánicas provenientes de las múltiples huertas que existen en el lugar. Desde caqui, hasta un árbol de tomates colombianos, pasando por avena, calabazas, zanahorias, paltas, entre más frutos. Todas las semillas se guardan y se vuelven a plantar. La tierra es híper fértil gracias a un abono natural que utilizan, al que le llaman,  en chiste,  la prueba de fuego. Se trata de la materia fecal. Los baños son secos y esta prohibido tirar lo que se deseche, porque ese es el abono mas fiel y fértil para ellos. Por supuesto cuenta con un proceso, se junta en tachos que llenan con aserrín y hojas de eucaliptos para atenuar el olor, se deja estacionar alrededor de cuatro meses y luego se utiliza para remover la tierra y sembrar. “Le decimos la prueba de fuego, porque no todo el mundo se la banca. Existe un proceso hasta darse cuenta que la caca es algo que sale de uno mismo y por lo tanto no te tiene que dar asco. Hasta el punto de agarrarla con la mano, tu caca mezclada con la de otros y poder sembrar algo que después vas a comer. Para muchos no es fácil y repito es un proceso”, explica Fede. Otra de las pruebas es la ducha, hay una sola con un caño que alcanza agua fría a la Aldea. “Hay que estar muy loco para bañarse acá en invierno.”, dice Gaby. Por lo tanto la alternativa es no hacerlo, cuando no hay mas remedio, se lavan lo imprescindible, pero únicamente con agua ya que no existe el jabón ni el shampoo en la aldea.
La comunidad Velatropa busca llevar el mensaje de la permacultura a centros educativos, de hecho lo hacen, visitando escuelas y universidades. También realizan visitas guiadas y brindan talleres todos los fines de semana, de forma gratuita, para todos aquellos que se acerquen a conocer la vida en la eco aldea.